Chapter Text
—Deja de moverte Hipo.—
—Lo siento, no estoy acostumbrado a que alguien toque mi cabello.—
—Lo sé, pero si quieres verte lindo para ella, te tienes que aguantar.—Dijo con una media sonrisa.
—Lo sé, lo sé.—Hizo un ademán con sus manos.—Lo cierto es que, no es mi estilo.—
—¿Y porque lo haces?—Preguntó mientras cepillaba su pelo hacia abajo, tratando de alisarlo.
—Porque ella me lo pidió.—
—¿En serio?—El ascendiendo.—Wow, eso es muy lindo de tu parte.—
—Gracias.—Sonrió.
—Ya estás listo.—Se colocó frente a él y sonriendo.
—Iré a verme, gracias Astrid.—Se acercó a la rubia y le dio un tierno abrazo, el cual correspondió al instante.
—Para eso estamos los amigos.—Se separó del abrazo y le escuchó.
Hipo se fue de la sala común para observarse en el reflejo del agua.
Astrid suspir, su semblante alegre cambio repentinamente a uno melanclico.
Se sentó frente a la gran fogata que permanecía en la mesa, la observa a detalle.
Mi corazón, es como si estuviera dentro de esta fogata, quemándose vorazmente.
Sus pensamientos la invadían cada vez más. Quería dejar de ser su amiga, sin embargo, el corazón de aquel joven castaño le pertenecía a alguien más.
——————— ✧*。———————
—¿Y como te fue en tu día?—Inició la conversación animada, mientras tomaba la mano de su enamorada.
—Normal.—Respondió con brusquedad.
Se hizo presente un silencio incómodo, Hipo miró discretamente a Heather, que mantenía su mirada fija al frente.
—¿Y como va todo en la isla Berserker?—Trató de romper el hielo.
—Hipo.—Habló para obtener su atención. Se paró en seco, el castaño la imitó.
—¿Qué pasó?—Preguntó, alarmado por lo que podría decirle.
—Quiero terminar.—
Hipo guardo silencio, mientras que Heather lo miraba, sin alguna señal de retracción en sus palabras.
—¿Qué?—Soltó el agarre de su mano.
—Esto no está funcionando.—Miro al suelo apenada y continúo.—Tu y yo somos muy diferentes, no me siento bien a tu lado.—
— ¿Cómo puedes decir eso? Heather la hemos pasado...—Se vio interrumpido.
—Por favor Hipo, no sigas.—Se acercó a él, y lo abrazo.—Lo siento.—
Hipo se quedó estático, no sabía ni siquiera cómo reaccionar ante lo que estaba escuchando. Heather se separó del abrazo, Hipo comenzó a llorar, la pelinegra limpia sus lágrimas y comenzó a alejarse de su contrario.
Hipo se quedó en su lugar, sin saber cómo reaccionar ante la escena. Solo podía llorar y mirarla marcharse en su dragón.
Empezó a anochecer, Heather desapareció en las nubes.
Astrid presenció la escena desde su cabaña, cuando vio a Heather alejarse, no dudo más en bajar con el castaño.
—Hipo...—Se acercó lentamente al castaño, que mantenía su mirada fija en el aire.
—Hubo una vez en la que regresó y me dijo que se arrepentía.—Se limpio sus lágrimas.—Tal vez en un segundo regresa.—
Astrid miró al frente, Heather no venía de regreso y eso era evidente. Astrid conocía a Heather y sabía que no iba a regresar.
—Hipo, no va a regresar.—
—Astrid, no sigas.—Cerró sus ojos e inhaló.
Astrid se acercó aún más hasta quedar frente a él y lo miró.
—Hipo, vamos adentro, hace frío.—
—Tal vez es lo que merezco, el frío.—
—Hipo no es tu culpa.—Finalmente lo abrazó, el castaño correspondió el abrazo y empezó a llorar con más intensidad.
—¿Que está mal conmigo, Astrid?—Dijo entre sollozos.
—Nada, contigo nada está mal.—
Hipo continúa con ligeros sollozos, mientras que la rubia acariciaba su cabello, tratando de consolarlo.
Después de unos minutos, el castaño logró tranquilizarse gracias a la presencia de Astrid. Está misma al notarlo, le tomo la mano, se separó del abrazo y empezó a guiarlo hacia su cabaña, donde su dragón le esperaba preocupado.
Llegaron a la cabaña de Hipo, este mismo entró primero, seguido de Astrid que cerró la gran puerta de la cabaña.
—Hipo, te recomiendo que descanses por ahora.—Se acercó a él, que permanecía en el medio de la habitación, sin hacer algún movimiento.
—Eso haré, no te preocupes Astrid.—Volteo ligeramente y le dedico una sonrisa desanimada.
La rubia lo miró preocupada, por lo que decidió tomar su mano.
—Vamos a hablar, ¿Si?—Lo dirigiéndose hacia las escaleras que daban a la cama del castaño. Este ascendió y empezó a caminar.
Hipo se sentó en una esquina, Astrid lo imitó sentándose en otra esquina de la cama.
—Hipo, odio verte de esta manera.—
—Y crees que me gusta estar así?—Respondió bruscamente.
—No... Yo...—Empezó a tartamudear.—Yo me refiero a que, no está bien que sigas sufriendo de esta manera.—
Hipo la miró, analizo su semblante preocupado, que lo hizo sentirse bien, pues sabía que su mejor amiga siempre estaba para él.
—Perdón Astrid, no quería ser grosero.—Se acercó a ella, la rubia lo imitó.
—Lo sé, no te preocupes por ello.—Tomó su mano, en forma de apoyo.—¿Que es lo que pasó?—
Hipo cambio su mirada al suelo y mordió sus labios.
—No lo sé, simplemente me dijo que no éramos compatibles, o algo así.—
—¿Sucedió algo antes?—
—No, eso creo.—Rasco su nuca, un reflejo de nervios.—Todo iba bien, sería una salida normal de, ya sabes, novios.—
Astrid ascendió, dándole a entender que comprendía la situación, Hipo ante esa señal, continuando explicando.
—Siempre me hace lo mismo.—Se levantó de su lugar para ponerse enfrente de la rubia.
—Lo sé, lo he visto siempre.—
—¡Exacto! Astrid, no se que hacer. Me vuelve loco.—Llevo sus manos a su rostro, cubriéndolo por completo.
Astrid de levantó para quedar frente a él.
—Hipo, ¿no crees que sería bueno, que se dieran un tiempo?—
—Acaba de terminarme Astrid.—
—Pero tu y yo sabemos que va a regresar.—
Hipo quito las manos de su cara y la miró, dando un suspiro pesado, sabiendo que su amiga tenía razón. Astrid continúa.
—Sería mejor que, te enfoques en otras cosas hasta pensar que harás con esa relación.—Lo tomó por los hombros.—Y sería lo mejor que tú te dieras un descanso de tanto sufrimiento.—Le dedico una sonrisa sin mostrar los dientes.
Hipo le devolvió la sonrisa y asintió, sin decir ni una sola palabra, la abrazó.
—Gracias, Astrid.—
Ella le devolvió el abrazo. Al momento de separarse, llevo su mano al cabello del castaño y lo removió.
—Ese definitivamente no es tu estilo, no lo cambies, ni siquiera por una chica.—
Hipo comenzó a reír y Astrid lo miró, admirando su sonrisa, le encantaba verlo feliz, y más si ella causaba que su sonrisa saliera a brote.
—Te dejare descansar, hasta mañana.—Le dió unas suaves palmadas en su hombro derecho y comenzó a bajar las escaleras.
Antes de salir, la voz del castaño la detuvo.
—Astrid.—Ella se dio la vuelta.
-¿Si?-
—Me hubiera gustado que tú fueras mi novia.—
Astrid solo escuchó, y empezó a sonrojarse, cosa que Hipo no pasó por desapercibida. Finalmente, la rubia salió de la cabaña para dirigirse a la suya.
——————— ✧*。———————
—Dejame adivinar.—Se hizo presente Patán, quedando a su lado.
—Ya lo sabes.—Asintió la rubia mientras caminaba por el espacio verde bajo su cabaña.
—Heather, sí, esa chica lo está llevando a la miseria.—
—Hazlo entender.—Suspiró profundamente.
—Ese es el problema, en algún momento tendrá que entenderlo.—Hizo una pequeña pausa.—Más ahora que esté nuevo cazador anda merodeando por ahí.—
—Creeme, lo intento. Pero parece que lo tiene embrujado.—Apretó los puños.
—¿Y eso te molesta?
—¡Claro que me molesta! Lo maneja a su antojo y lo hace sufrir.—
—¡Eso ya lo sé! Me refiero a que...—Hizo otra pausa para mirarla y levantar su ceja.—Si te molesta porque quisieras ser ella.—
Astrid se detuvo y lo miró con coraje, pero no le costó mucho pues realizó las palabras de su amigo.
—Astrid, tienes la oportunidad de poder hacer algo después de tanto tiempo.—Se acercó a ella y la tomo de las muñecas.—Esta tonta Heather le está haciendo daño, tú harías todo lo contrario.—
—Patán, no puedo hacer eso tan fácil. Son sus sentimientos, no voy a aprovechar este momento vulnerable para él.—
—No es eso, se perfectamente que él, está con ella porque nunca pudo estar contigo.—
El azabache subió a su dragón, se despidió de la rubia y voló hasta su cabaña. Astrid se quedó pensativa
¿A qué se refería con que nunca pudo estar con ella?
Notes:
¡Holaaaa!
Está historia, está historia estará potente.
¡Historia Hiccstrid! ¿Quien más ama a estos dos?
Sinceramente tenía planeado desde siempre escribir algo de ellos, pero nunca me animé, hasta ahora 😈
¡Espero y les haya gustado! Le eche muchas ganas, denle amor 😭
Una cosa más por agregar, no odio a Heather, y mucho menos quiero que la odien, simplemente es un recurso importante para esta historia, así que tirenle heit pero solo aquí 🧚🏼♀️
Sin más que agregar, me despido.
Cuidense, tomen awita, los quiere:
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—¡Hipo! No podemos herir a los dragones.—Gritó Patapez, en desesperación.
—Lo sé Patapez.—Se detuvo en el aire y comenzó a analizar la situación.
Un barco de cazadores, con dragones en la cubierta expuestos a propósito para que los jinetes no pudieran atacar, al fondo, un hombre que se mantenía escondido en las sombras del barco, al parecer aún no quería presentarse ante el grupo de jóvenes.
Hipo observo a los dragones, que permanecían amarrados al barco con cadenas de hierro.
Ryker salió a dirigir los ataques, como solía hacerlo, cuando de repente se vio distraído por una voz, la voz de esa persona escondida ante los demás.
Fue cuando Hipo aprovecho la oportunidad de atacar.
—Bien chicos, este es el plan.—Hizo una señal para que se acercaran a escuchar atentamente.—Brutacio y Brutilda irán por debajo, hagan una pared de gas lo suficiente fuerte para empujar a los cazadores pero que no logre lastimar a los dragones.—
—¡Entendido mi gran jefe guión líder fantástico!—Exclamó Brutacio, como siempre, de manera juguetona ante él, posteriormente se alejaron a ejecutar su parte del plan.
Hipo continúo.
—Patapez y albóndiga irán por arriba, distrayendo a los cazadores para que Patán y colmillo los ataquen mientras están desprevenidos.—
Los mencionados asintieron y comenzaron a alejarse para hacer sus movimientos.
—Y Astrid y yo...—La miró y sonrió, pues se encontraban solos.—Tu y yo los liberamos.—
Astrid asintió y sonrió, se prepararon para avanzar cuando una segunda voz se hizo presente en los aires.
—¿No sería mejor que tú y yo los liberemos?—
—¿Heather?—Preguntó con evidente confusión la rubia, que permanecía a un lado de Hipo.
—¿Que haces aquí?—El castaño cuestionó con desconcierto, pues no esperaba que, su ahora ex novia, apareciera en un momento así.
—Vamos, tu y yo los rescatamos, Astrid que ayude a Patán.—
Hipo la miró con enojo e indiferencia.
—No.—Respondió con brusquedad.
—¿Qué?—Heather se desconcertó, Hipo solía hacerle caso siempre.—Tu y yo trabajamos...—El castaño la interrumpió.
—Yo soy quien da las ordenes aquí.—Volteó y miró a Astrid.—Vamos Astrid.—
Los dos avanzaron al barco para liberar a los dragones, dejando a la pelinegra en el cielo, con un evidente enojo.
——————— ✧*。———————
—¡Hipo!—Astrid volaba a toda velocidad detrás de su mejor amigo, que iba sin control alguno, sobre su dragón.
El castaño parecía ignorarla, Astrid se acercó aún más a él, tratando de no desestabilizar a tormenta.
—¡Hipo!—Volvió a gritarle, sin recibir un gesto de vuelta.
Hipo tenía un semblante enojado, como si quisiera quemar todo lo que estuviera a su alrededor. Él tan solo quería llegar a la orilla del dragón, beber algo y encerrarse en su cabaña para no salir jamás.
Ni siquiera oía los gritos constantes de Astrid, su ira era tan grande que solo podía oir sus propios pensamientos.
¿Porque estaba tan enojado?
Heather
Heather Berserker, quien ha hecho que su mundo entero este de cabeza, y en un mal sentido.
¿Por qué me siento tan atraído a ella si me lastima cada vez que puede?
Llegó a su cabaña, ni siquiera se tomó la molestia de pasar a ingerir algo, quería simplemente dormir y no despertar.
Astrid aterrizó justo después de él, cosa que lo saco se su ensoñación.
—Hipo te he estado hablando, más bien, gritando.—Se cruzó de brazos mientras lo miraba permanecer de espaldas, a punto de abrir su cabaña.
No hubo respuesta, Hipo solo permaneció quieto ante su presencia.
—Hipo, ¿Que sucede?—Se acercó a él e intento tomar uno de sus hombros, pero el se dió la vuelta para mirarla de frente.
—¿Cómo se le ocurre venir como si nada a querer manejarme? ¿Cómo se le ocurre desestabilizarme de esa manera?—Empezó a moverse de un lado a otro mientras soltaba quejidos de ira.
—Lo entiendo Hipo, inhala y exhala.—Trato de ayudarle a calmarse.
—No puedo Astrid, ella...—Hizo una pausa y apretó los dientes.—...ella ¡está demente!—
—¡Hipo!—Lo tomó por los hombros y lo puso frente a ella.—Hipo relájate.—
El castaño la miró directamente a los ojos, Astrid observo su semblante nervioso ante la situación.
—Hagamos algo.—Tomó una de sus manos y continúo.—Vayamos a dar un paseo, algo que te despeje.—
Hipo suspiro y asintió, correspondió al agarre de la rubia y apretó su mano.
—¿Tan mal me veo?—La miró, con ojos tristes.
Astrid sonrió amable y soltó su mano.
—No Hipo, no te ves mal.—Comenzó a caminar hacia Tormenta.—Vamos antes de que ella venga y te ponga paranoico.—Se subió a su dragona y esperó paciente a su amigo.
Hipo la miró, sonrio sin mostrar los dientes y subió a su dragón, el cual rugió levenmente en señal de apoyo hacia él.
Volaron en dirección opuesta a donde, se supone, provenian los demás, que, con instrucciones de Astrid, trataban de retener a Heather lo más posible.
——————— ✧*。———————
Se encontraban en medio de la nada, volando en una misma dirección hacia ningún lugar en específico. Todo a su paso era silencio puro, el único sonido eran las pequeñas olas de mar moviendose debajo de ellos. Ninguno de los dos hablaba, pero no parecía molestarles.
Astrid lo miró, lucia cansado, miraba hacia enfrente pensativo, como si estuviera a punto de tomar una gran decisión. La rubia pensó que, tal vez sería el día en que todo este martirio tendría fin.
Porque también era un martirio para ella. El ver a su mejor amigo sufrir por alguien que, al parecer, no tenía ningún tipo de compasión por nadie, era horrible. Es su amigo ¡Por Thor! ¿Quién quiere ver a un amigo sufrir?
Además de lo evidente.
Hipo le gustaba, le gustaba mucho, y nunca pudo hacer algo al respecto.
Siempre hubo tención entre los dos. Siempre estaban juntos, hablaban todo el tiempo, en las misiones siempre hacían equipo. Pero al parecer, la única que se hacía ideas locas de romance, era ella. Pues, él, a pesar de esos abrazos, esos besos y esas conversaciones donde le decía que no podría vivir sin ella, terminó por escoger a Heather.
¿Por qué? Si el siempre prefirio pasar tiempo con ella antes que con la pelinegra.
Pero ahora todo podría cambiar, tal vez ahora dejaría a esa chica y podría descansar de su indiferencia. Tal vez ahora Astrid al fin podría dejar de ser cobarde y animarse a decir esos sentimientos que la ahogaban.
Tal vez era el día en que todo se solucionaría.
—Astrid.—La voz del castaño la sacó de sus pensamientos.
—¿Si?—Respondió de una manera dulce.
—Quisiera salir contigo más seguido.—Se detuvo en el aire.
Astrid lo miró y comenzó a sonrojarse, imitó su movimento y se detuvo, justo a un lado de él.
—Se qué últimamente no he estado con ustedes por...—Hizo una pausa.—...por ella.—Se llevo su mano a la nuca.
—Lo sabemos, y lo entendemos Hipo. Pero sí, deberíamos pasar más tiempo juntos.—
El castaño le dedico una suave sonrisa y comenzó a avanzar hacia atrás, devuelta a la orilla del dragón. La rubia le siguió.
—Hipo.—Le habló, obteniendo la atención del mencionado.—Quería preguntarte algo.—Se alejó un poco, no quería que viera su rostro al decir lo que estaba a punto de preguntar.
—Dime.—Respondió amable.
Astrid apretó su montura con nerviosismo.
—¿Que querías decir con que...—Hizo una pausa y continúo.—..con que te hubiera gustado que yo fuera tu novia?—
Notes:
¡Holaaaa!
Este fue el segundo capítulo, ¡Espero les haya gustado!
A mí en lo personal me gusta el rumbo que toma esto.
¿Que piensan que sucederá?
Gracias por pasarse por aquí y leerme, lo aprecio demasiado.
Cuidense, tomen awita. Los quiere:
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—Qué querías decir con que...—Hizo una pausa y continúo.—...con que te hubiera gustado que yo fuera tu novia?—
Hipo la miró de reojo y soltó una pequeña risa.
—Eres demasiado gentil conmigo, quisiera que ella fuera más como tú.—
Oh...
—Claro, entiendo.—Sonrió a medias
No me quiere a mí, quiere que ella sea buena con él para poder ser feliz a su lado.
——————— ✧*。———————
Aterrizaron en la entrada de la sala común, donde ya se encontraba toda la pandilla, y Heather, que los esperaba ansiosa.
—Hipo.—Se acercó al castaño, intentando abrazarlo.
Hipo rechazó su abrazo y se alejo de ella, Heather se sorprendió tanto que dio un paso hacia atrás y lo miró con indignación.
—Hipo, ¿Qué sucede contigo?—Le preguntó con un tono furioso.
—¿Y todavía le preguntas?—Salió a defenderlo Patán que, de cierta manera, ya tenía suficiente de la actitud de la pelinegra.
Heather se volvió ofendida.
—¿Tu que te metes, Patán? ¿Desde cuándo te preocupas por Hipo?—Cruzó sus brazos.
—Te aseguro que me preocupa más de lo que tú lo haces.—Imitó el movimiento de Heather y cruzó sus brazos.
—¿Cómo te atreves a decir eso?—Se acercó a él con intenciones de un enfrentamiento.
— ¿Cómo? Estoy viendo cómo todos los días decide lastimar el pobre y blando corazón de mi amigo, esperando a que todos nosotros no actuemos con coraje.—
— ¿Y esperas a que me crea eso? Eres el único que lo piensa.—
—¿En serio? Pregúntales.—
Heather volteó hacia los demás, que la miraban con indiferencia, dándole la razón al azabache.
—¿Ves?-Mostro una sonrisa.—Estas demente, Heather.—
—¡¿Que dices?!—A punto de darle un golpe, Hipo interfirió deteniendo a la pelinegra tomando su brazo.
—Chicos, tranquilos.—Miró a Patán y avanzando, dándole a entender que se mantuviera tranquilo y continuo.—Hablaré con Heather, a solas.—
Hubo un momento de silencio, lo que parecía ser un silencio de desacuerdo por parte de los jinetes.
Astrid miró a Hipo, que permanecía con un semblante preocupado.
—Chicos.—Llamó a todos Astrid.—Vamos, hay que dejarlos solos.—
No recibió más que un quejido de Patán, salió poco a poco de la sala siendo Astrid la última, que antes de salir, miró al castaño, le sonriendo y salió de ahí.
Estando fuera de todos los demás, Hipo empezó a hablar.
—Heather, diez centavos, ¿Qué haces aquí?—Se cruzó de brazos frente a ella.
—¿Qué hago aquí? Soy tu novia...—Hipo la interrumpió.
—Exnovia.—
—De eso quería hablarte.—Se acercó un poco a él.—Hipo cometí este estúpido error de nuevo, y está vez en verdad siento que te estoy perdiendo.—
—¿En serio?—Empezó a mover sus manos mientras hablaba—¿Será quizás por qué está vez no pudiste manejarme a tu antojo?—
—Hipo..—No pudo siquiera continuar pues el castaño continuaba hablando.
—Heather, todo el tiempo es así, todo el tiempo cometes el "error" de hacerme esto. ¿Por qué lo haces?—
La pelinegra tomó un gran suspiro.
—Hipo, sabes cuánto he sufrido, enterarme de que mi hermano es Dagur y adaptarme a su nueva vida de buena persona, descubrir como murió mi padre, todo lo que sufrió mi familia.—Se sentó en la banca frente la fogata.—El tener una relación estable para mí es difícil.—Comenzó a soltar pequeñas lágrimas.—
El castaño la observaba manteniéndose con los brazos cruzados, al verla comenzar a llorar, no pudo evitar sentirse mal. Se coloco a su lado y llevo su palma a la espalda de Heather, en una forma de consuelo.
—Perdóname Hipo.—Se giró hacia el y lo abrazo con fuerza.
Hipo correspondió el abrazo pero con menos fuerza. Comenzó a acariciar su cabello con ternura, compadeciéndose de su sufrir, olvidándose por completo del sufrimiento propio que la misma Heather le causaba todos los días.
—Sabes que siempre lo hago Heather, siempre lo haré.—Continuó acariciando su pelo mientras su abrazo se hacia más fuerte. Ante él, Heather estaba arrepentida.
——————— ✧*。———————
La pelinegra voló hacia su isla, perdiéndose ante los ojos de la rubia que observaba la cabaña de la sala común desde abajo.
Hipo salió de esta misma, alcanzando a percibir la mirada de su mejor amiga, lo cual provoca que sonriera tiernamente.
Siempre se preocupa tanto por mí...
Bajo con chimuelo, quedando frente a Astrid, que solo escuchó. Bajo de su dragón, el cual empezó a jugar con Tormenta.
—Hola.—
—Hola.—
Hipo miró hacia el horizonte, pensativo. Astrid le imitó poniéndose a su lado.
—Regresamos.—Le admitió.
La rubia soltó una pequeña risa, incrédula.
—Era de esperarse. Ustedes siempre terminan y vuelven.—
—¿En serio?—Preguntó con sarcasmo, Astrid solo se limitó a reír.
— ¿Cómo te sientes?—Volteo a verlo.
—Me siento...—Hizo una pausa que aprovecho para verla.—...me siento raro.—
—¿Raro? ¿Y eso por qué?—
—Por qué esta vez no sentí alivio.—Astrid lo miró confundida, el castaño continuó.—Me refiero a, antes, cada que sucedía esto, cuando regresaba yo me sentía tranquilo, sentía que esa pieza que me faltaba para vivir, regresaba a mí y podía seguir respirando.—
—¿Y ahora..?—Preguntó curiosa.
—Ahora, siento que puedo vivir con o sin ella. Esa pieza faltante nunca hizo falta.—Regresó su mirada al cielo.—Siempre la he tenido a mi lado.—
La rubia solo lo miró, no sabía cómo debía interpretar el mensaje que estaba recibiendo.
—Entonces ¿por qué sigues con ella?—
—Por qué siempre logra hacerme volver a ella.—
Astrid bajo su mirada, un poco decepcionada. No podía creer que, el vikingo más inteligente que conocía, a la vez, podía ser el más imbécil por una simple chica.
—Eres un idiota.—
—¿Disculpa?—Respondió con sorpresa, sin embargo, también con un poco de gracia pues, Astrid solía jugar con él de esa manera.
—¡Es la verdad!—Rió un poco y continuó.—Hipo, eres la persona más inteligente que conozco. Me sorprende que no veas las señales ante ti.—Se colocó frete a él.—Ella te hace daño, usa su fachada de sufrimiento y usa sus "traumas"...—Hizo comillas con los dedos.—...para tenerte como tonto junto a ella, y cuando se aburre de ti, simplemente te dice que no son el uno para el otro y se va.—Cruzó sus brazos.—Y es un ciclo que se repite una y otra vez.—
—Lo sé pero...—Astrid no lo dejó continuar.
—No, no lo sabes. Si lo supieras o lo admitieras, ya no estarías con ella.—
Hipo agachó su mirada, siendo, por primera vez en mucho tiempo, consiente de la situación tan desastrosa en la que estaba metido.
—Hipo..—Habló por ultima vez la rubia.—Eres demasiado amable con ella, y siendo sincera, jamás se lo ha merecido.—Tomó una de sus manos.—Yo...—tartamudeó un poco.—..Yo te quiero mucho, Hipo, quisiera que lo observaras, quisiera que abrieras los ojos y vieras lo que esta justo frente a ti.—Soltó su mano y subió a su dragona.
A punto de irse a su cabaña, Hipo le habló.
—Astrid.—Obtuvo su atención y se detuvo.—Astrid yo, todo este tiempo he visto lo que tengo frente a mí.—Se llevo una mano a su nuca.—¿Tu lo has hecho?—
La pregunta resultó absurda para ella, por lo que solo soltó una risa y subió a su cabaña, dejando al castaño confundido.
—¿Acaba de decirme que...—Hablo para si mismo.—...que yo le gusto?—
——————— ✧*。———————
Llegó a su cabaña, abriéndola para chimuelo, tras de él, pasó y cerro su puerta. Subió sus escaleras hasta llegar a su cama, tomó asiento mientras comenzaba a quitarse sus prendas.
—Astrid...—Dijo el nombre de su amiga, pues no podía dejar de pensar en ella.
Más bien, nunca, en estos años de amistad, había dejado de pensar en ella. Nunca estuvo enamorado de Heather. Estando con ella, solo lograba ahogar los sentimientos que tenia por Astrid.
—Si tan solo me lo hubieras dicho antes.—
Se recostó en su cama, comenzando a recordar.
Era una tarde tranquila, el desastre de Dagur había llegado a su fin, siendo este un prisionero más de la isla de los marginados.
El pequeño Hipo de 16 años se encontraba paseando en su dragón a sus alrededores. De momento, una persona se vino a su mente, Astrid. Quería visitarla como solía hacerlo. Cuando llego a su casa, escuchó voces, las cuales lograban oírse hasta fuera.
— Papá, mamá, tienen que entender que no estoy lista para una relación aún. —
— Pero hija, tienes que pensar en tu futuro... —
— ¿Mi futuro? No deseo casarme por compromiso, deseo hacerlo cuando me sienta convencida de estar con alguien para siempre. — Se acercó a la puerta.
Hipo rápidamente se escondió a un lado, donde no pudieran verlo.
—Además . —Continuó la rubia. — Siendo sincera, no creo casarme nunca, soy de espíritu libre e independiente. — Terminó para después salir de su casa.
Hipo la observaba de lejos, algo decepcionado, pero entendía la situación. Sería raro ver a Astrid, la mejor guerrera de Berk, sentando cabeza, y según Hipo, sería imposible que fuera con alguien como él.
Hipo abrió los ojos, mirando hacia el techo mientras recordaba nuevamente las palabras de Astrid, haciendo que soltara un suspiro pesado.
—Qué hago?—Le consultó a su dragón, el cual solo respondió con un rugido suave.
Hipo no sabía que, en realidad, Astrid siempre había gustado de él, solo que, no estaba lo suficiente lista para admitirlo.
Notes:
¡Hola nuevamente!
Espero y les haya gustado este nuevo cap.
Pobrecito de Hipo, todo inseguro. Además, todo resultó ser un teléfono descompuesto JAJA.
En fin, muchas gracias por pasarse por aquí y leerme, los tqm
Cuídense, tomen awita. Los quiere:
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Astrid se encontraba en su rutinario vuelo matutino con tormenta. Disfrutaba de la inminente paz y del refrescante aire de la mañana.
Continúo en vuelo recto de regreso a la orilla, manteniendo la misma aura de tranquilidad. De pronto, a unos cuantos kilómetros pudo observar un barco de cazadores con destino a la orilla del dragón.
Alarmada, hablo con su dragón.
—Vamos nena, hay que avisar a los otros.—Con esa frase y unas cuantas palmadas le indico a Tormenta ir más veloz.
Después de unos minutos, llegó a la sala común, aterrizó.
—Patapez.—Habló con cierto tono preocupante, obteniendo la atención del mencionado.
—¿Qué pasa Astrid?—Dejo una caja con herramientas para acercarse a ella.
—Cazadores de dragones, vienen hacia acá.—Patapez asintió, comprendiendo la orden indirecta para salir a defender.
—¿Dónde está Hipo?—Preguntó antes de salir de la habitación.
—¿Dónde crees que está?—Preguntó de forma retórica, mientras montaba a Albóndiga.
—Maldita sea.—Exclamó para después salir a alertar a los demás.
——————— ✧*。———————
Una vez en el aire, y sin Hipo, Astrid comenzó a elaborar un plan.
—Bien chicos, tenemos que derribar los barcos.—Miró a los gemelos.—Ustedes dos, necesito que derriben los barcos auxiliares.—
—¿Desde cuándo estás a cargo?—Preguntó Brutacio.
—Desde ahora.—Rodó los ojos.—Sin Hipo, la única opción es que yo esté al mando.—Hizo énfasis en la evidente situación ya que, siendo los gemelos, nunca entendían razones ni por lógica.—Andando.—Ordenó, recibiendo una mueca por parte de los gemelos.
Sin embargo, fueron a ejecutar su parte del plan.
—Bien, Patapez necesito que vayas por debajo y le des varios golpes al barco principal, necesito desestabilizarlo.—
Patapez asintió y se dirigió hacia los costados del barco.
—Tú Patán, me ayudarás a enfrentarlos en cubierta.—Lo miró, este asintió.—Estoy cansada de estos ataques.—Tras estás palabras, arrancaron hacia la cubierta del barco principal.
El barco se desestabilizó con los ataques de Patapez, los gemelos hicieron papilla total a cada barco extra, solo quedaba enfrentar a los cazadores que aún no se habían aventado por la borda.
—¿Dónde está Ryker?—Preguntó Patán ya que, no parecía haber alguna señal del mencionado.
—No lo sé.—Tomó su hacha y bajo de Tormenta, el azabache solo la miró desde su dragón.
La rubia caminó hacia a la entrada del casco, y antes de poder si quiera acercarse, la puerta se abrió.
Salió de esta, un cazador alto y fornido. Parecía ser aquel cazador que se mantuvo oculto ante ellos, hasta ahora.
—¿Quién eres?—Preguntó la rubia, apuntándole con su hacha.
—Eso que importa.—Soltó una risa y procedió a contraatacar la amenaza con una patada hacia la arma de Astrid, que la tomó por sorpresa.
Patán al ver la acción, lo aplastó con el cuerpo de Colmillo, dejándolo inmóvil.
Astrid se recuperó del golpe inesperado.
—¿Ahora sí nos dirás quién eres?—Preguntó el azabache.
—Nunca.—Protestó el cazador.
Ante esto, Colmillo soltó un rugido en forma de amenaza.
—¡Esta bien!—Respondió atemorizado el cazador.—Soy Eret, hijo de Eret.—
——————— ✧*。———————
—Hipo, ¿Te parece si hoy te quedas conmigo aquí, en la isla?—Sonrió mientras miraba hacia su cabaña, dándole la espalda al castaño.
No hubo respuesta por parte de su novio, lo cual le extraño, sin embargo continuó hablando.
—Me encantaría que vinieras más seguido, allá en la orilla del dragón siento que todos me odian.—
Continuó sin obtener si quiera un sonido por parte de Hipo. Volteó enfadada, encontrándose con un Hipo mirando hacia el horizonte.
—¿Qué se supone que haces?—
El castaño suspiro, de cierta manera la actitud de la pelinegra comenzaba a serle agotadora.
—Estoy pensando.—Finalmente respondió.
—¿En que piensas? No creo que en mí, pues si fuera así estarías abrazándome.—Se acercó a él para abrazarlo por la espalda.
—Me tengo que ir Heather.—Tomó los brazos de Heather y los separó de su cuerpo, alejándose de ella.
—¿Qué dices? Hipo se supone que te ibas a quedar conmigo.—Lo miró enojada.
—Yo nunca dije que sí.—Empezó a preparar su bolsa para partir.
—Pues..—Hizo una pausa, Hipo tenía razón.—Pues sí, pero eres mi novio y tienes que estar conmigo.—Se cruzó de brazos y le lanzó una mirada retadora.
—No Heather.—Hipo se subió a Chimuelo.—No por ser tu novio tengo que hacer lo que tu digas.—Heather protestó pero el castaño no la dejó continuar.—Me esta cansando tu actitud, no eres el centro del archipiélago.—Acomodó su pie en el mecanismo del ala de su dragón y continuó.—Además, tengo un mal presentimiento.—Miro hacia enfrente.
—¿De qué? ¿De dejar a tus amigos solos?—Posó sus manos en su cintura.—¿No se pueden cuidar solos?—Soltó una risa, burlándose de los demás.
—Si pueden.—Respondió con brusquedad, la miró con enfado.—Pero somos un equipo y tengo que estar ahí con ellos.—Fue lo último que dijo pues, arrancó de inmediato con su dragón devuelta a la orilla del dragón.
——————— ✧*。———————
—Astrid ¿Que haremos con él?—Preguntó Patapez una vez que encerró en una celda al cazador.
—Tengo que pensarlo, mientras, haremos un interrogatorio.—
Patapez asintió. Los dos salieron del lugar. De pronto, Hipo aterrizó justo frente a ellos.
—¡Miren quién decidió aparecer!—Se hizo presente Patán en la escena.—Hipo el gran jefe.—Dijo de forma irónica y se cruzó de brazos.
—Lo siento chicos, me entretuve.—
—Te entretuvieron, más bien.—Dijo molesta Astrid, que se cruzó de brazos.
—En serio lo lamento.—Se acercó a ella, intentó tomarlo por los hombros pero esta se alejo.
—No Hipo, no es tan sencillo.—Lo miró directamente a los ojos.—Somos un equipo, no puedes simplemente irte y dejarnos solos.—
—Lo entiendo, pero se perfectamente que ustedes se pueden defender sin mí.—
—Y eso hicimos.—Suspiro y continúo.—No se trata de solo eso Hipo, se trata de que, juntos, tenemos que estar y defender lo nuestro.—Se alejo de él para poder llegar a su dragón.
—Solo me fui unas horas.—Trató de abogar por si mismo, lo cual resultó inútil.
—Unas horas, todos los días.—Subió a Tormenta.—Me parece increíble que con todos estos ataques recientes decidas irte a besuquear con tu novia.—
—Perdóname.—
—Perdónate a ti mismo, si eso logras hacer, después hablamos.—Se elevó por los aires.—Vamos chicos, tenemos que armar un plan.—Les hablo a los demás integrantes del grupo, estos la siguieron hasta la sala común.
Hipo los observo irse, dió un suspiro desalentador y se dirigió a su dragón para montarlo. De pronto, escuchó un sonido provenir de las jaulas.
Se adentro en el lugar, camino en línea recta y volvió a escuchar un sonido, volteo la mirada hacia donde lo oyó, encontrándose con el cazador de dragones.
—Vaya.—Exclamó este mismo.—Tú debes ser el líder, del que tanto hablan tus amigos.—
—¿Quién eres?—Hizo uno cuántos pasos hacia atrás por la impresión de verlo ahí.
—No es relevante.—Se levantó de dónde estaba sentado y comenzó a estirarse.—He escuchado mucho de ti niño, me sorprende que tú seas el "amo de los dragones"—Hizo comillas con los dedos.
Hipo lo miró con disgusto, sin embargo no dijo nada, salió de la estación y subió a Chimuelo.
—Vamos amigo, necesito respuestas.—Le indicó a su dragón y juntos, subieron hasta la sala común.
Necesitaba saber quién era él y porque lo tenían prisionero. ¿Tanto había pasado en su ausencia?
Aterrizó en la sala común, y escucho la conversación de sus amigos.
—Necesitamos saber para quien trabaja.—Comentó Patán.
—Para Viggo, es demasiado obvio.—Respondió Patapez.
—No, no es su mismo modus operandi, trabaja solo o para alguien más.—Dijo Astrid que, mantenía sus dedos en su mentón, pensativa.
—¿Entonces que haremos?—Preguntó Brutilda.
—Lo vamos a interrogar, bajo amenaza, para que el mismo nos lleve hasta tu jefe.—Dictó y los demás asintieron, estaban de acuerdo con su plan.
—Es demasiado peligroso, Astrid.—Se hizo presente Hipo en la conversación.
—No recuerdo que nuestra seguridad te preocupe tanto.—Contesto la rubia.
—Astrid por favor.—
—No Hipo.—Se cruzó de brazos.—Ya te lo dije, cuando recuerdes como ser un buen líder, hablamos. Mientras tanto, usaremos mi plan, el cual a los demás les agrada.—
Salió de la habitación, siendo seguida por todos los demás que miraban a Hipo con desprecio.
Él había cometido tantos errores, y lo está pagando caro.
Notes:
¡Hola chicos!
Una enorme disculpa por tardarme en actualizar nuevo cap, su autora tiene una vida un poco (mucho) complicada -_-
En fin, muchas gracias por pasarse por aquí y espero les haya gustado este nuevo cap.
¿Que piensan que sucederá?
Cuidense, tomen awita, los quiere:
Club58Things 🍂 🐈⬛
Chapter Text
El grupo aterrizó al establo, donde se encontraba el prisionero, dispuestos a hacer un interrogatorio para descubrir con quién trabaja y sus intenciones.
—Bien amigo, nos dirás todo lo que sabes.—Se posó Patán frente a él, en la reja, para posteriormente abrirla.
—No lograrán sacarme nada.—
Patapez lo amarro por completo con una cuerda, para evitar que haga movimientos repentinos.
—Ya veremos.—Dijo Astrid y le dio una sonrisa, como si estuviera planeando algo.
De pronto, Patapez, con todo y cuerda, lo aventó hacia el piso. Únicamente recibió un quejido del cazador.
—Tormenta, abraza.—El dragón, al escuchar la orden, rápidamente se le abalanzó al cazador, terminando encima de él, apretándolo con sus garras.
—¡¿Qué te sucede?!—Le reclamó entre quejidos el cazador.
—Vamos chicos, iremos a dar un paseo.—Ordenó a los demás y monto a su dragón, que sin soltar a Eret, voló hacia fuera.
Los demás la siguieron, emprendiendo camino hacia frente, sin ningún destino definido.
Hipo los miro desde su cabaña, no podía hacer nada más que esperar. Lo cual no haría, por supuesto.
Tomó el ojo del dragón, lo metió a su bolsa, montó a Chimuelo y empezó a volar hacia sus amigos, a una distancia lejana para no ser notado.
——————— ✧*。———————
Astrid seguía liderando en los aires, al grupo que la seguía, sin bien saber a dónde ir pues, Eret no hablaba.
—Bien, ya aquí, nos dirás para quien trabajas.—Astrid lo observa mientras hablaba.
—Nunca, hagan lo que hagan no diré nada.—Dijo mientras se aferraba cada vez más a las garras de tormenta.
—Bien, tu lo quisiste así.—Sonrió, maliciosa.—Tormenta.—Eret la miró asustado.—Suelta.—La rubia dió la orden, la cual el dragón entendió y obedeció, soltando al cazador de inmediato.
Eret comenzó a gritar mientras caía en dirección al mar, dando vueltas en el aire sin control de su cuerpo.
—Tormenta.—Le habló a su dragón y esto hizo un sonido que reflejaba su atención hacia su jinete.—Atrapa.—Tormenta obedeció una vez más y voló en picada hacia abajo, con el fin de tomar a Eret con sus garras.
A punto de caer al mar, entre gritos, Tormenta tomo justo a tiempo al cazador en sus garras, para después subir nuevamente hacia el cielo, con los demás.
—¡Está bien!—Dijo demasiado alarmado.—¡Les diré todo!—Cada vez hablaba más agitado.—¡Pero no vuelvas a hacer eso!—Le suplico mientras se aferraba al agarre de Tormenta.
—¡Ja!—Soltó una pequeña risa.—Siempre funciona.—
—Y bien? ¿Para quién trabajas?—Preguntó una vez más Patán.
—Krogan, su nombre es Krogan.—Dijo entre quejidos.
—¿Krogan? Nunca hemos oído de ese tipo.—Comentó Patapez.
—Bueno, vamos a conocer a este nuevo cazador.—Dijo por última Astrid para comenzar a dirigirse hacia su destino, según las instrucciones de Eret.
——————— ✧*。———————
—¿A dónde piensan ir con él?—Habló para si mismo mientras los seguía desde más alto, camuflado por las nubes.
Astrid miró hacia arriba, conoció a Hipo, sabía que probablemente estaría ahí siguiendo su paso, sin embargo, la prioridad ahora era encontrar estos nuevos cazadores y saber que planeaban.
Viggo había detenido sus ataques, seguramente estaban planeando algo grande, tan así que tuvo que mandar un alumno que, seguramente, tenía su mismo rango de maldad.
No podía dejar que sus sentimientos se involucraran, tenía que tener mente fría para solucionar de una vez por todo el infierno en el que vivían a causa de los cazadores.
No podía ponerse a reprocharle a Hipo las cosas que ha hecho, por más que quisiera. Cosa que quería hacer. Quería hacerlo desde el día uno en el que empezó y anunció su relación con Heather.
Aquella Astrid de 17 años, confundida por sus sentimientos, no podía entender por qué sentía tanto coraje al verlo con alguien más. Se suponía que solo eran amigos ¿Por qué se sentía así?
Y la Astrid de ahora, sentía el doble de rabia. ¿La razón? Dejó de prestar atención hasta a los mismos dragones, cosa que era imposible. ¿Qué había hecho Heather como para tenerlo así de atado hacia ella?
Lejos de sentir impotencia por aquel objetivo de los jinetes, que fue quebrantado por su líder, sentía celos. Sentía demasiados celos de no ser Heather.
¿Por qué? Porque se suponía que solo ellos dos tenían química, la cosa es que habían sido demasiado tontos como para admitirlo hacia ellos mismos.
¿Por qué no me esperaste Hipo?
—¡Astrid!—La voz de Patapez el saco de sus pensamientos.
—¿Qué pasa?—
—Estamos llegando.—
Se encontraban sobrevolando una isla nueva, que, desde su vista, se observaba ser una base de cazadores de dragones.
—Claro.—Se quedó un momento pensativa, en verdad Hipo lograba desequilibrarla, después continuo.—No veo la cabaña de Viggo.—Miró pensativa.—Entraremos por atrás de aquella montaña.—Señalo la montaña principal de la isla.
Se dirigieron a la dicha montaña, siendo sigilosos para no ser vistos. Después de aterrizar, bajaron de sus dragones y comenzaron a caminar hacia enfrente. Se podía observar que, hacia abajo, en tierra firme, los cazadores tenían una base bien establecida.
Jaulas a prueba de dragones, cada una llena de todas las especies posibles. Otros dragones eran maltratados por distintos cazadores. Pero lo que más llamo la atención fue una persona en específico.
Se veía imponente, con mirada decidida, al menos eso parecía. Alguien de tez morena, un poco fornido. Mantenía una especie de capa azul que lo hacia verso aún más elegante, por que eso era su principal característica, ser elegante.
—Hey, chico guapo.—Le hablo Patán a Eret, que permanecía boca bajo hacia el suelo teniendo a Tormenta encima de él.—¿Ese de ahí es el famoso Krogan?—
—Si, es él.—Dijo entre quejidos pues trataba de librarse del agarre de la dragona. Lo cual resultaba imposible.
—Bien, es hora de averiguar que están...—Astrid, a punto de elaborar un plan, fue interrumpida por un fuerte sonido.
Era el sonido de un Canto Mortal, aquel dragón que con tan solo emitir un fuerte rugido, lograba atraer a cualquier dragón que estuviera cerca. Cada dragón de cada jinete empezó a ceder al canto de este dragón, volando hacia el lugar de origen del sonido, siendo este el centro de la base, donde mantenían a todos los dragones enjaulados. Ahí mismo se encontró el Canto Mortal, que estaba atado con una enorme cadena, sin posibilidades de huir.
Conforme los dragones del grupo de jinetes se acercaban, poco a poco el ámbar del Canto Mortal fue atrapando a cada dragón.
—¡Eructo! ¡Guacara!—Gritó en desesperación Brutilda al ver a su dragón caer.
Eret, al estar libre del agarre de Tormenta, tomo desprevenida a Astrid. Rodeó con su brazo su cuello y con su otra mano, tomó su hacha, con la cual la amenazó.
—Si se mueven.—Les habló a los demás.—La mato.—Sentenció, obteniendo una expresión asustada de los demás.
Con un suave gesto, habló a los demás cazadores de dragones, que sorpresivamente se encontraron rodeando la montaña. Era como si los estuvieran esperando. Tomaron y amarraron con cuerdas las manos de los otros jinetes, los cuales intentaron protestar sin tener éxito. Eret se encargó de amarrar a la rubia, ya que tenía un poco más de control sobre la fuerza de Astrid.
Con empujones y golpes, los condujeron hasta Krogan, que los esperaban ansiosos.
Hipo presenció toda la escena desde los aires.
—Chicos, les dije que era mala idea.—Suspiró preocupado.
¿Ahora como iba a sacar a sus amigos de ahí?
Se encontraba totalmente solo.
Notes:
¡Hola chicuelos!
¿Cómo están?
Antes de todo, una enormeeeeeeeeeeeeee disculpa. Les cuento un poco;3 Estoy a punto de graduarme, así que como imaginaran, estoy al borde del colapso pues tengo mucho papeleo y trabajos que entregar, además del examen profesional y todo eso. Por lo que la escuela me absorbe por completo :c
Perdón si no puedo entregarles actualizaciones seguidas, pero créanme que siempre estoy pensando en ustedes y en entregarles un nuevo cap lo más rápido que pueda.
Espero me puedan comprender;(
Regresando al fic, ¡Espero les haya gustado! Es muy corto, sin embargo quería dejarles la espinita de lo que pasará en el siguiente, jiji.
No se preocupen, el siguiente cap será maaaaaas largo y tendrá mucha tensión, ya verán. Y les prometo que entregaré esa actualización esta semana, prometido está.
Sin más que agregar, me despido.
Cuídense, tomen awita, los quiere:
Club58Things 🐈⬛🦜
Chapter Text
—Chicos, les dije que era mala idea.—Suspiró preocupado.
¿Ahora como iba a sacar a sus amigos de ahí?
Se encontraba totalmente solo.
——————— ✧*。———————
—¡Suéltame!—Protesto Astrid que seguía siendo sujetada por Eret.
—Guarda silencio linda, entre menos hables, mejor te irá.—
Astrid solamente resopló, no dijo nada después.
Bajaron de la montaña, por un camino que los llevaba directo al campamento de los cazadores.
Al llegar, después de unos minutos, colocaron a todos los jinetes en el centro de este mismo, con la intención de mantenerlos ahí hasta que su líder dejara de prestar atención a lo que sea que estuviera haciendo.
Cuando se desocupó, volteó hacia los jinetes. Los observo de arriba a abajo y soltó una sonrisita.
—¿Por qué los jinetes de dragones están aquí? ¿Al final cambiarán de bando?—Habló de manera sarcástica y se acercó lentamente al grupo, que los miraba despectivamente.
—Krogan.—Habló Eret, en un tono nervioso y se acercó a él.—Capturé a estos jinetes y a sus dragones.—Movió sus manos de manera nerviosa, tal parecía que esperaba la aprobación de este.
—Ya veo.—Rió una vez más.—Pues, hace un momento no parecía ser así.—Lo juzgo con la mirada.
—¿Por qué lo dices, Krogan?—Se acercó agachando levemente la cabeza.
—Por que ví como te tenían prisionero.—Lo observo ahora, con una mirada de desaprobación.
—Krogan, n-no...—Comenzó a tartamudear.—No es lo que parece, yo, yo lo tenía planeado.—
Krogan empezó a acercarse a él, con ahora, una mirada amenazadora.
—No eres competente, Viggo estaba equivocado.—
—Te aseguro que soy el mejor cazador de dragones que puedas tener.—
Krogan se detuvo, lo miró de arriba a abajo, volvió a subir su mirada, está vez a sus ojos, poco a poco, mientras pasaron unos cuantos segundos, empezó a formar una suave y malévola sonrisa.
—Te equivocas, Eret.—Volvió a caminar hacia el, hasta quedar cara a cara.—Ese soy yo.—Finalizó
Los hombres de Krogan empezaron a rodear a Eret, dejándolo sin escapatoria, este mismo, simplemente agachó la mirada, aceptando su destino.
Los dragones, estaban por ser enjaulados, siendo maltratados por los cazadores. Cuando Tormenta escucho el barullo, dirigió su mirada a su jinete, ella parecía estar bien, pero quien no lo estaba, era aquel hombre fornido que había tomado como juguete.
Así que, con movimientos bruscos, el dragón logro burlar la seguridad de los hombres que los tenían prisioneros, llegando hasta Eret.
Con un movimiento rápido de su cola, arrasó con los cazadores, empujándolos a una distancia lejana, dejando a Eret libre de ellos.
Rápidamente, Tormenta se colocó encima de Eret, como si quisiera protegerlo.
Eret la observo desde abajo, sorprendido por la reacción que tuvo el dragón.
No duró mucho, pues más cazadores aprovecharon el momento, rodearon a Tormenta y con movimientos rápidos, la derribaron y ataron.
—¡Tormenta!—Exclamó Astrid, desde la distancia, desesperada por no poder hacer nada.
—Me salvó...—Murmuró pensativo Eret, que seguía mirando, asombrado, a él dragón, mientras este era encerrado con los demás.
Krogan soltó un gruñido de coraje, miró a Eret y lo señaló con el dedo índice.
—Veré que hacer contigo después, mientras, si quieres vivir, lleva a los jinetes a el calabozo.—Sentenció.
Eret rápidamente se levantó y asintió, sometiéndose a las ordenes del moreno.
——————— ✧*。———————
Hipo aterrizó suavemente en la montaña, con cuidado de no ser visto ni escuchado. Se escondió detrás de un árbol y observo que era lo que tenía a la vista.
Miro a lo lejos, sus amigos estaban siendo llevados a unas cuevas que, parecían ser usadas como calabozo. Iban en una sola fila, con Astrid como ultima en esa cadena.
Al ver a la rubia ahí, indefensa (algo no muy común en ella), su corazón empezó a acelerarse, no soportaba verla a ella en peligro, podría decirse que, su preocupación por ella era mayor que incluso su preocupación por si mismo.
Pero eso no le sirvió en lo absoluto hace unas horas.
—Maldita sea...—Murmuró para si mismo.—Si no me hubiera ido, esto lo habríamos hecho diferente, y estarían todos a salvo.—Agachó su cabeza y se acarició el pelo, frustrado.—Perdóname Astrid...—
Entonces su corazón volvió a latir fuerte.
Entonces, se dio cuenta. Era un idiota por dejar que esta situación se saliera de sus manos. ¿Por que decidió tomar la decisión de corresponderle a alguien que no amaba?
La respuesta siempre estuvo frente suyo, una rubia, alta, guerrera e inteligente. Sin embargo decidió irse por aquella pelinegra chantajista.
Empezó a caminar lentamente hacia el calabozo, bajando la montaña por el mismo camino donde los cazadores anteriormente habían pasado. Le indicó a Chimuelo ir por encima de la montaña, para que, en cualquier situación, pudiera salvarlo, aunque sea con un golpe de plasma a la distancia, porque evidentemente no podría ir volando a salvarlo.
Mientras caminaba, continuó pensando.
¿Por que? ¿Por que decidí ignorar mis sentimientos hacia ella?
Le dio un golpe con su espada a un cazador que tenia frente a el, dejándolo inconsciente.
He sido un estúpido.
Continuó bajando, derribando silenciosamente a algunos cazadores en el camino.
Pero no puedo dejar a Heather.
De alguna manera... Ahora estoy atado a ella.
Siento amor por ella.
Quizá.
La cara de Astrid llegó a su mente.
¿Siento amor por Heather?
Antes de responderse así mismo su propia pregunta, llego al centro de la base. Donde, evidentemente le esperaban cazadores al acecho.
—Bien Hipo, lo que yo regularmente hago para vencer a mi enemigo es un ataque de larga distancia.—
—Pero no es lo mío.—Respondió, tomando una pequeña espada.
—Lo sé, lo sé, solo quiero compartirte mis conocimientos.—
—Y a mí me encanta escucharlos.—
Astrid se sonrojo ligeramente, después, le sonrió. Hipo, al observar sus mejillas, le devolvió la sonrisa, de una forma coqueta.
—Bien.—Rompió la tención.—Dime como es que haces ese ataque.—Se acercó a su lado.
Hipo tomo su espada de fuego y la encendió, mientras este recuerdo se mantenía en su mente.
—Cuando son muchos enemigos, lanzo mi hacha a alguno de ellos.—
Acto seguido después de recordarlo, procedió a hacer lo mismo, lanzó su espada a un cazador, atravesándolo. Hipo no hubiera querido hacerlo, pero era cuestión de sobrevivir.
—Después, empiezo a correr a una plataforma alta, la más cercana, subo a ella y salto hacia otra persona, dándole una patada en el aire, créeme, los deja inconscientes.—
—Wow, que agresividad.—Los dos rieron ante el comentario del castaño.
Hipo corrió hacia una jaula, y con un poco de dificultad, logró subir. Arriba de él, había una cuerda que iba de un extremo a otro. Muy conveniente para él.
—Supongo que daré más de una patada.—
Se agarró de la cuerda y empezó a balancearse hacia delante, derribando con sus pies a todos los cazadores.
—¿Y que hago si quedan más?—
—Tomas la arma que habías lanzado antes y la usas.—
Hipo tomo la hacha de Astrid, que se encontraba al centro del área de entrenamiento, y se acercó a ella lentamente, con una sonrisa.
—Gracias por el consejo maestra.—Le ofreció su hacha, Astrid la tomó, Hipo rosó intencionalmente sus manos con las de ella.
—Ya sabes que si necesitas consejos de guerra, soy la mejor en el campo.—Le dedicó una sonrisa.
—Sé de primera mano que eres perfecta.—Hizo una pausa, donde se armó de valor.—Perfecta en todo sentido.—Comenzó a sonrojarse, la miró y sonrió. Después de eso, se despidió.
El recuerdo se desvaneció en su mente. Tomo su espada, que estaba tirada en el suelo, a un lado del cazador trágicamente atravesado por ella. Y sin dudarlo, le dió un golpe a el ultimo hombre que intentaba atacarlo.
Al quedarse solo, en medio de aquel campo de batalla, hablo para sí.
—¡Fui un idiota!—Se llevó una mano a su frente.—¿Cómo pude no haberle dicho lo que sentía?—Guardo su espada, y la mente se le refrescó.—Pero, no es demasiado tarde.—
Comenzó a correr hacia el calabozo, no sin antes hacerle una señal a chimuelo, para que bajara de la montaña y acompañara a su jinete.
Hipo montó a Chimuelo, los dos entraron a la gran cueva. Justo cuando, doblaron una esquina, pudo ver a lo lejos, como ese vikingo fornido, llevaba a todos sus amigos directo a jaulas a prueba de dragones. Su mirada inmediatamente se dirigió hacia Astrid, que se mordía el labio nerviosa. Hipo sabía que cuando hacia eso, estaba ansiosa.
Por lo que, al verla así de agitada, comenzó a avanzar rápidamente hacia ella, con una sola cosa en mente, salvarla y sincerarse con ella.
Pero cuando estaba a punto de llegar, Krogan, junto con su gran colaquemante, lo interceptó.
—Vaya vaya, Hipo Abadejo, que grata sorpresa tenerte aquí.—
Hipo lo miró con enojo, sin embargo no dijo nada, solo tenía en mente poder sacar a sus amigos de ahí.
—¡Hipo!—Astrid le gritó, en un tono de preocupación, pero un tanto aliviado por ver que no todo estaba perdido.
—Tranquilos chicos, los sacaré de aquí.—Se aferró a su montura, mientras Chimuelo, lanzó un gruñido entre dientes para Krogan.
—No lo creo.—Mencionó el moreno, para después, patear a su dragón, logrando que obedeciera a lanzarle un ataque al dúo que tenia frente.
Hipo logro esquivarlo, sin embargo, Krogan siguió insistiendo en lanzarla múltiples ataques. Así que, el castaño empezó a evadir los ataques, mientras avanzaba hacia atrás, por donde había llegado, siendo seguido por Krogan.
—Genial, ahora tendremos que esperar a que Hipo termine de enfrentarse épicamente con Krogan.—Refutó Brutacio, que parecía encontrarse aburrido en esa posición.
—No por mucho.—Hablo Eret, que los mantenía prisioneros.
—No creas que te saldrás con la tuya.—Protestó Astrid, que de inmediato se vio sorprendida por lo que veía.
Eret comenzó a desamarrar a Brutacio, con una pequeña navaja que mantuvo escondida en su bota derecha. Posteriormente, en silencio, sin decir ni una palabra, continuó desatando a los demás jinetes, terminando con Astrid, que mientras la desataba, decidió cuestionarlo.
—¿Qué sucede contigo.—
—¿De que hablas?—Terminó de desatarla, guardó su navaja.
—Hace un momento querías matarnos, y ahora nos salvas.—Comentó mientras se sobaba las muñecas.
—Tu dragón salvó mi vida.—La miró a los ojos.—Descubrí que no son bestias, como se suele pensar. Cuando alguien te salva la vida, se convierte en una deuda, una deuda que pagaré sin molestia alguna. Ahora vamos por sus dragones, que quiero agradecerle en persona a tu dragón.—Le sonrió levemente, después, comenzó a caminar hacia donde tenían los dragones enjaulados.
Astrid soltó una pequeña risa y comenzó a caminar a su lado.
—Si que estas lleno de sorpresas.—
——————— ✧*。———————
—Bien amigo.—Habló con su dragón.—Creo es momento de una acción no evasiva.—Chimuelo rugió, demostrando estar de acuerdo con él.
Volando justo frente de ellos, voltearon de repente, cosa que tomó por sorpresa a Krogan, que trató de detenerse, en vano. Hipo aprovecho el suceso y disparó directo al colaquemante. Nuevamente, desearía no haberlo hecho, trató de que fuera un golpe únicamente aturdidor. Y así fue, cosa que aprovechó para escabullirse.
—¡Vamos estúpido dragón!—Le ordenó Krogan, para que este se recuperara rápidamente.
Cuando lo hizo, ya había perdido a Hipo.
Hipo voló de regreso hacia el campamento, decidido a salvar a sus amigos, antes de que Krogan, y más hombres, regresaran a acecharlos.
Se llevó una gran sorpresa cuando vió a un grupo de jinetes volando hacia él.
—¡Wow, wow! ¿Qué rayos esta pasando.—Preguntó el castaño, confundido.
—Nuestro querido fortachón y ahora nuevo amigo, Eret, decidió volverse bueno de repente.—Habló Brutacio.
—No fue tan de repente.—Protestó Eret, que se encontraba en Tormenta, pero como copiloto, ya que Astrid se mantenía frente a él—Fue una deuda.—Tras esto, volteo a mirar a Astrid, esta le sonrió.
—¿No es increíble, Hipo?—Astrid habló y regresó su mirada a el castaño.
Hipo tardó en responder, ya que estaba concentrado en como Eret tomaba la cintura de la rubia.
—Si, supongo que es increíble.—Respondió, tratando de disimular su molestia.
Todos empezaron a volar de regreso a la orilla. Estaban contentos de haber logrado derribar una base de Krogan, este nuevo villano al cual se enfrentaban.
Todos menos uno. Además de la evidente preocupación de tener a un nuevo villano con quien, seguramente, se enfrentaría, estaba molesto por algo más.
Hipo Abadejo no soportaba ver a Astrid Hofferson siendo feliz con alguien más. Quería estar en su lugar.
Notes:
¡Holaaa!
He vueltooo, perdón por tardarme tanto en actualizar, se los juro que traté de escribirlo lo más rápido posible.
Aun así, una enorme disculpa.
Espero y les haya gustado este cap.
Yo estoy muy emocionada por el rumbo que tomará esto uwu.
Muchas gracias por pasarse por aquí, espero y lo hayan disfrutado, y gracias por la espera.
Cuídense, tomen awita, los quiere muchoo:
Club58Things 🦜🐈⬛
Chapter Text
Astrid aterrizó en el campo de entrenamiento, permitiendo que Eret bajara primero. Después de él, bajo ella.
Hipo llegó detrás de ellos, con un semblante molesto, muy notorio. Astrid se acercó a él al notarlo.
—¿Hipo?—
El castaño la miró y asintió, dándole a entender que estaba a su disposición.
—¿Qué sucede? Desde que salimos de aquel lugar estas...—Hizo una pausa.—...raro.—
Hipo suspiró.
—Ven, necesito hablar contigo.—La tomó suavemente del brazo y la llevó a una esquina, apartada de los demás.
Eret los miró desde donde permanecía, unicamente soltó una pequeña risa. Algo vió en aquella mirada de Hipo, algo más que preocupación.
—¿Qué pasa, Hipo?—Preguntó una vez más Astrid, en aquella esquina.
—Espero y lo comprendas, incluso después de que me comporté como un idiota.—Se llevó una mano a su nuca, nervioso.
Astrid asintió. El castaño continuó.
—Mira, no confío en este tipo.—Astrid iba a protestar, sin embargo Hipo la detuvo.—Se bien lo que dirás, y le daré el beneficio de la duda, no tengo problema.—Miró hacia abajo.—Pero no puedo evitar dudar de él. Es igual a cuando Dagur llegó amable después de todo lo que hizo...—Empezó a mover sus manos tratando de explicar su punto.
Astrid lo detuvo, sosteniendo sus brazos en el aire. Hipo levantó su mirada y se miraron mutuamente. La rubia le sonrió con ternura.
—Hipo, te entiendo, es decir, con lo de Dagur, estuve en donde estas tú ahora.—
Los dos rieron tras su comentario. Astrid continuó.
—Y no tengo problema con ponerlo a prueba unos días, solo para asegurarnos.—Soltó sus manos y tomó sus hombros.
—Claro, claro, tiene sentido.—Concordó con ella y asintió varias veces.
Astrid soltó el agarre de sus hombros y le dedicó una dulce sonrisa, se dió la vuelta y comenzó a avanzar.
Hipo la detuvo, tomando su brazo, la rubia se sobresaltó, pero volteó a mirarlo.
—Astrid, yo quisiera hablar contigo más tarde, a solas.—La observó, con una mirada de cachorrito implorando por su premio de cada día.
Astrid no pudo evitar sonrojarse, y al ver la suave mirada del castaño, sonrió con ternura.
—Claro Hipo, nos vemos más tarde.—
Hipo soltó su mano y le sonrió, de oreja a oreja, Astrid volvió a voltear y continúo con su camino recto, hacia los demás.
Hipo dió un suspiro largo, que mantenía una mezcla de ilusión y al mismo tiempo, decepción.
Se encontraba decepcionado de si mismo por no ser lo suficientemente valiente para decirle a aquella chica, lo que sentía. Y por haber sido tan cobarde como para salir con otra, tratando de cubrir ese dolor de no poder estar con ella.
Astrid Hofferson era la chica ideal con la que alguien podría contraer matrimonio, el asunto es que ella nunca estuvo dispuesta a hacerlo.
Y eso a Hipo, lo desalentó.
—Hola Hipo.—Heather se sentó a su lado.
—Hola.—La miró y le sonrió dulcemente, sin embargo, en la mirada de aquel chico se observaba claramente un semblante triste.
—¿Que sucede?—Preguntó la pelinegra, preocupada por su mejor amigo.
—No sucede nada, simplemente estoy admirando el horizonte.—Alzó su mano y señaló en línea horizontal la vista que tenía enfrente.
Esto provocó una risa tierna en Heather, lo cual a su vez provocó una risa en Hipo.
—Me alegra hacerte reír.—Le dijo Heather.
—A mí me alegra que me hagas reír, justo en momentos como este.—
—¿Que ocurre, Hipo?—Se acercó a su rostro, como si quisiera poder mirar a través de él.
Hipo inhaló con fuerza y empezó a hablar.
—Estoy desconcertado. ¿Sabes? Astrid y yo siempre tuvimos una química increíble, digo al menos yo la sentí siempre.—
—De hecho es muy notoria.—Heather soltó una pequeña risa.
—Lo sé, el dilema aquí es que creo yo ser el único imbécil que se hizo ideas de amor.—Hipo se abrazo a si mismo, y continúo mirando hacia enfrente.
—¿Por qué lo dices?—
—Escuche como hablaba con mi papá.—Dirigió ahora su mirada a ella.
—¿Y que escuchaste?—
—Dijo que no quería casarse conmigo ni ahora, ni en un futuro.—
—¿Así lo dijo?—Preguntó con cierto asombro Heather, pues era bien sabido que si se trataba de Hipo, Astrid era, a su medida, blanda.
—Bueno, no así. Pero lo dió a entender.—
—¿Dijo porque?—
—Si, lo hizo. Dijo que es porque ella es una guerrera que siempre está en solitario, y se siente bien así.—
—Pero, ¿Cómo puede decir eso? Si nos tiene a todos nosotros.—Heather se llevó una mano a su pecho.
—No se refería a estar sola, sin amigos, se refiere a que no necesita ni quiere una pareja.—
—Tal vez solo tengas que esperar...—La pelinegra le tomó un hombro.
—No lo creo, hace años la escuché decir lo mismo, no me di por vencido y la espere. Pero no recibo ni una señal de ella más que esos besos "amistosos" cuando hago algo bueno.—Hizo comillas con sus dedos y bajo la mirada.
—Eso a mi me resulta una buena señal.—Se sincero Heather y volvió a reír.
—No lo es. Heather yo quisiera una señal más clara, algo que me confirme que ella me quiere y así esperarla más tiempo.—
—¿Se lo has pedido?—
—Sí. Una vez, trate de besarla y ella simplemente me golpeó.—
—Eso pudo haber sido por nervios.—La pelinegra volvió a reír.
—No, porque no me habló en dos días.—
—Astrid es así.—
—¿No lo entiendes?—Hipo se levantó de su lugar y la miró desde su altura.—Si ella ya hubiera querido, me lo hubiera demostrado, no con simples besos, que incluso ya dejó de darmelos. Ella me confunde y yo ya no lo puedo soportar más.—
Heather solo guardo silencio, Hipo la miró y cerró los ojos.
—Además hoy fue muy clara, no quiere una relación, yo sí.—
Heather lo imitó y se levantó, quedando frente a él.
—Lo entiendo, tu quieres a alguien que si quiera algo contigo, sin dudas.—
—Exacto.—El castaño solo bajo la mirada.
—Bueno, supongo que ya tomaste la decisión, solo tienes que esperar a que alguien estable llegue a ti.—
Heather tomo su brazo, se inclinó y le dejo un suave beso en la mejilla. Esto lo desconcertó pues Heather solo le daba abrazos. La pelinegra le sonrió, soltó su agarre y se fue del lugar.
Hipo se quedó estático. En su mente penso que tal vez Heather podría ser esa solución a su corazón roto.
Que error.
——————— ✧*。———————
Astrid se encontraba de camino a su cabaña, caminando tranquilamente por el suelo, Eret la alcanzó y se puso a su lado.
—Hola Astrid.—
—Hola. ¿Cómo te está sentando la orilla del dragón?—Le sonrió.
—Bien, siento algunas miradas pesadas de Patán, pero todo lo demás es increíble.—
—Así es Patán, será mejor que te acostumbres.—
Eret soltó una pequeña risa.
—Eso lo puedo ver. Es increíble lo que hacen por los dragones—
—Me alegra que estés ahora de nuestro bando.—Le sonrió sin mostrar sus dientes, Eret le correspondió.
—Lo sé, lamento lo de antes.—Se detuvo, Astrid lo imitó, extrañada.
Eret le dió su mano derecha.
—No volverá a ocurrir nada igual.—
—De eso estoy segura.—Astrid soltó una pequeña risa, lo cual hizo sonreír a Eret.
La rubia estrechó su mano con la de aquel ex cazador, ambos sonrieron y después de unos breves segundos se soltaron.
Volvieron a caminar, y empezaron a subir las escaleras que llevaban a la cabaña de Astrid.
—¿Te puedo preguntar algo?—
-Claro.-Respondió la rubia.
—Hipo y tu...—Hizo una pausa donde la miró.—...¿Tienen algo, cierto?—
Astrid casi se cae de las escaleras por la repentina pregunta.
—¡Dios! ¡No!—Respondió nerviosa.—No sucede nada entre nosotros, ¿Por qué lo dices?—Se llevo una mano a su nuca, y su rostro estaba totalmente rojo.
—Por que ví como te miraba, y como me miraba a mí.—Levantó una ceja, y sonrió, burlón.
—¿Eso que tiene que ver? Hipo siempre analiza a las personas.—
—Pero no era una mirada de análisis, era más bien, una mirada celosa.—Eret se detuvo, Astrid lo imitó y volteó a mirarlo, según ella, molesta.
—¿Sabes Eret? Entiendo que quieras integrarte pero esos son temas más personales.—Lo amenazó con su dedo índice, Eret solo soltó una risa.
—Esta bien, lo entiendo, jefa.—Llevó su mano a su frente.
—Además, tiene novia.—Dijo para continuar subiendo las escaleras.
Ambos llegaron a las afueras de la cabaña de Astrid.
—Oh...—Eret quedó impresionado por la revelación.
—Si, oh.—Lo imitó y soltó una pequeña risa, en el fondo, triste para ella.
—Claro, entonces supongo que tengo una oportunidad.—Soltó al aire, cosa que tomo desapercibida a Astrid.
Eret se dió la media vuelta y bajó por las escaleras, dejando a Astrid atónita.
Tal vez, si se diera el tiempo de superar a Hipo, podría intentarlo con aquel chico fornido.
——————— ✧*。———————
Hipo se encontraba acomodando las colas de Chimuelo, mientras lo hacía, escuchó la puerta tocar.
Abrió su puerta y se encontró con Eret, nervioso ante su presencia.
—¿Si?—Habló con un tono grosero.
—Hola, Hipo.—Saludó mientras se rascaba su frente.
—Hola.—Aligeró su ceño, y también su tono de voz, Eret no tenía la culpa de sus problemas.
—Bien, yo venía a disculparme por lo que sucedió antes.—
Hubo un pequeño silencio incómodo, Eret continúo.
—Yo me comporté como un idiota.—
—Escucha, Eret.—Cerró la puerta que tenía detrás de él y se acerco a este.—No tienes por que disculparte, todos cometemos errores, lo bueno es que tu observaste la realidad y decidiste hacer lo correcto.—
Hipo tomo uno de los hombros de aquel chico fornido, después alzó una ceja, esperando la respuesta de Eret.
—Gracias, Hipo.—Sontió amable.—O debo decir, jefe.—Soltó una pequeña risa, este comentario hizo reír al castaño, el cual soltó el agarre de su hombro.
—Aquí nadie es jefe de nadie.—
—Eso es muy inspirador.—
Hipo le sonrió, después de todo, no era un mal chico.
—Bueno, cambiando de tema, ¿Te parece correcto si te quedas un tiempo en mi cabaña?—Preguntó Hipo, dispuesto a ofrecer un espacio.
—C-Claro, Hipo.—Eret tartamudeó un poco, debido a los nervios.—Si no te incomoda.—
—¡Claro que no! Además, es mientras construimos tu cabaña.—
—¿Mi cabaña?—Eret preguntó, impactado.
—¡Sí! Ahora eres uno de nosotros.—
—Gracias, Hipo, en serio, gracias.—Sonrió para después darle un pequeño abrazo al castaño, el cual fue correspondido.
——————— ✧*。———————
Ya en la noche, después de un largo día, Hipo al fin pudo ir hacia la cabaña de Astrid. Quería poder tenerla cerca, sin nadie más a su alrededor. Quería poder disculparse por lo idiota que había sido ese día, y por lo idiota que había sido toda su vida.
Finalmente, tocó la puerta. Después de unos segundos, se abrió, revelando a la rubia. Astrid sonrió al notar que era su mejor amigo.
—Hola Astrid.—Se llevó una mano a su nuca, reflejando su estado nervioso al tenerla frente a él.
—¿Todo bien?—Preguntó curiosa, al ver el notable estado del castaño.
—¿Recuerdas que quería hablar contigo?—
—Ah, si, lo recuerdo.—Hizo una pausa.—¿Quieres pasar?—Se hizo a un lado, ofreciendo el paso a Hipo.
—En realidad, tenía un plan diferente.—Sonrió
Astrid alzó una ceja, curiosa.
—¿De que se trata?—Se cruzó de brazos.
—Despierta a Tormenta, haremos un pequeño viaje.—Tras esto, subió a Chimuelo.
Unicamente recibió una pequeña risa de parte de Astrid, la cual, después, llamó a su dragona.
—¿A donde me llevarás, Hipo abadejo?—Comentó, juguetona, mientras subia al lomo de Tormenta.
—Ya verás.—Fue lo ultimó que dijo, para después, emprender vuelo, Astrid sonrió y comenzó a seguirlo.
Después de un corto viaje, llegaron a la cima de una pequeña montaña rocosa, en medio del mar.
Hipo aterrizó, después de unos segundos, Astrid hizo lo mismo.
—¿Como descubriste ese lugar?—Astrid parecía asombrada por la dulce vista que se lograba observar desde aquel lugar.
—Ya sabes, me encanta explorar.—
Ambos bajaron de sus dragones. Astrid se dirigió a la orilla de la montaña, logrando admirar de una mejor manera, esa vista que la tenía embrujada.
Hipo la observaba, asombrado por la impresión que este lugar había causado en ella. Soltó una pequeña e inaudible risa, nunca había observado a Astrid ser tan sentimental.
Hipo continuó apreciando la vista que tenía frente a él. No era nungún mar, o algún cielo estrellado, era aquella rubia que lo volvía completamente loco. Verla ahí, sonriendo ante la maravilla de la tierra, hacia que su corazón latiera con una fuerza indescriptible.
Claramente podía obervar su sonrisa, su hermosa sonrisa, que le transimitía una sensación de paz, podía observar sus ojos azules, que brillaban con intensidad bajo la luz de la luna, los cuales, al observarlos, podía navegar en ellos, quedando perdidamente enamorado por el amor que le transimitian.
Podía observar su rostro, el cual era increiblemente bello, ese rostro que, estando feliz o furioso, hacía que cada día que pasara, quedara aún más enamorado de él.
Estaba observando a aquella joven, que no solo por su belleza, si no por su personalidad, fuerte e inparable, y, solamente estando con él, una personalidad tierna y comprensiva, hacia que, estuviera perdidamente enamorado de ella.
¿Que estaba impidiendo que dijera lo que sentía?
—Astrid.—Por fin habló, esta volteo, sonriente.
—¿Que sucede?—
Hipo se acercó a ella, la tomó suave del brazo. Él se sentó en la orilla, con esto, indicandole a ella a hacer lo mismo.
Una vez sentados, comenzó a hablar.
—Yo quería disculparme.—Hizo una pausa en la que suspiró y miró hacia el mar.—He sido un imbécil, por dejarlos solos últimamente.—
—No tienes por que disculparte.—
—No, Astrid, si tengo por que.—La miró a los ojos.—Y deja de ser así conmigo.
Astrid lo miró, extrañada.
—¿A que te refieres?—Preguntó ella.
—A que dejes de ser amable y comprensiva, no lo merezco.—Bajó su mirada a sus pies, que colgaban en el aire.
—Hipo, no digas eso, simplemente estas confundido.—
—No lo estoy.—Volvió a mirarla.—Se perfectamente lo que me sucede. Ella me manipula, y no puedo alejarme de ella.—
Astrid le tomo un hombro, cuidadosamente.
—Lo sé Hipo, pero podremos solucionarlo.—Le dedicó una sonrisa, sin mostrar los dientes.
—¿Cómo? ¿Cómo se supone que lo hagamos?—La miró nuevamente a los ojos, con un semblante triste.
—Lo vamos a averiguar, juntos.—Llevó su otra mano, a la mano del castaño, con la cual se encontraba recargado.
Se miraron mutuamente, en un silencio cómodo, y, bastante reparador. Hipo llevó su mirada a los labios de Astrid, esta al notarlo, comenzó a sonrojarse. Sin embargo, no hizo ningún movimiento, en el fondo, quería que sucediera lo que ella tanto había deseado.
—Astrid.—La llamó, sin mover su vista de sus labios.
—¿Si?—
—¿Te molestaría si, intento besarte?—
Notes:
Coman hijos, coman.
¡He vuelto!
Muchas gracias por la espera, al fin estoy libreeee.
¿Recuerdan la razón de mis desaparciones? Bueno, al fin hice mi examen para la titulación, y deseo compartirles que...
¡Ya soy un Técnico en Gastronomía!
Así que, como ya estoy sin presiones, actualizaré demasiado seguidoooooo. Además espero traerles capítulos así de largos como este.
Muchas gracias por la paciencia.
Espero y este cap les haya gustado. Más por la tensión de nuestros protagonistas.
¡Gracias por leerme!
Algo más por agregar es que, no se si lo notaron, pero decidí agregarles nombres a los capítulos, ya que se me hacía un poco apagado el solo llevar el número de capítulo. Espero este cambio sea de su agrado.
Con cariño:
Club58Things 🐈⬛🦜
Chapter Text
Se miraron mutuamente, en un silencio cómodo, y, bastante reparador. Hipo llevó su mirada a los labios de Astrid, esta al notarlo, comenzó a sonrojarse. Sin embargo, no hizo ningún movimiento, en el fondo, quería que sucediera lo que ella tanto había deseado.
—Astrid.—La llamó, sin mover su vista de sus labios.
—¿Si?—
—¿Te molestaría si, intento besarte?—
Astrid no hizo más que quedarse quieta, mirándolo a los ojos, aquellos ojos que se encontraban hundidos en sus labios.
—Si, si me molestaría.—Dijo al fin la rubia, mientras bajaba la mirada a su mano, la cual aún se mantenía sobre la de Hipo.
Esto tomó por sopresa a Hipo, que rápidamente llevó su mirada a los ojos de Astrid.
—¿Puedo saber por que?—Preguntó el castaño, sin hacer algún movimiento exagerado.
—Por que...—Astrid comenzó a morderse los labios, un reflejo de nervios. Continuó.—Por que tienes novia.—
Tras decir esto, alejó su mano de la de él. Con movimientos suaves, se levantó de su lugar y comenzó a caminar hacia su dragón. Hipo la imitó, pero de manera rápida.
—Astrid, por favor escuchame.—Le suplicó mientras se acercaba a ella.
Astrid se dio vuelta y lo miro directamente, parecía estar a punto de llorar.
—¿La amas?—
—Astrid...—
—¡Responde! ¿La amas, Hipo?—
—Yo...—Hipo tartamudeó, no sabía que responder.
Pasaron unos minutos en silencio, sin obtener una respuesta de Hipo. Astrid dió un suspiro largo. Subió a el lomo de Tormenta.
—Hipo, no podemos seguir así. Será mejor que, ya no seamos si quiera amigos.—Fue lo último que dijo para después arrancar hacia el cielo.
Hipo comenzó a gritar su nombre, tratando de llamarla de vuelta. No lo logró.
Pero no estaba dispuesto a dejarla ir, no esta vez.
Subio rápidamente a Chimuelo y comenzó a seguirla. Realmente no sabía por donde iría pero trató de guiarse por los lugares donde posiblemente Astrid podría navegar.
Sin encontrarla en los aires, no le quedo más que ir hacia la orilla del dragón, quizá podría encontrarla de vuelta ahí.
Llegó al campo de entrenamiento, rápidamente bajo de Chimuelo y comenzó a buscar a la rubia.
Buscó en los establos, en la sala común, en todas las cabañas, pero no la encontro.
Cuando estaba por ir a buscarla en el bosque, una voz le interrumpió.
—¡Hipo! Te he estado buscando toda la noche.—Heather lo arribó con un abrazo intenso.
De inmediato, Hipo se la quitó de encima, enojado por la repentina invación de su espacio personal.
—¿Qué te sucede?—Hipo la miró con enfado.—¿Qué haces aquí? Deberías de estar en tu isla, haciendo cualquier cosa.—
—¡Uy! Alguien está de mal humor...—Se burló Heather de la repentina y fría respuesta ante su abrazo, mientras se acariciaba su cabello.
—Heather, me estas colmando la...—La pelinegra lo interrumpió.
—Si, si. La paciencia. Me lo has dicho tantas veces.—Se acercó a él.—Mira, amorcito, hace unas horas estaba muy, muy enojada contigo, pero después recapacité.—Se cruzó de brazos y alzó la mirada.
—¿Ah si?—Respondió el castaño, sorprendido.
—¡Si! Entiendo que son tus amigos, y tú eres el líder. Así que tienes que hacer cosas de líder.—Se acercó aún más y lo tomó por ambos hombros.
—¿En serio lo entiendes?—Heather asintió.—Wow, al fin lo haces.—
—Lo sé. ¿Estas orgulloso?—
—No se que decir.—
Heather llevó ahora sus manos hacia la nuca de Hipo y lo atrajo hacia ella, quedando a poca distancia del rostro, uno del otro.
—Yo tengo una idea.—Sin dejar que Hipo respondiera, le plantó un beso al castaño.
Hipo se sorprendió, sin embargo, se dejó llevar por la increíble sensación de los labios de su novia.
—Oh no.—Pensó.
—Volví a caer.—Así fue.
La debilidad de Hipo Abadejo eran los besos de Heather Berserker. Por que ella lograba, con cada beso, llevar a Hipo a un viaje de emociones vivaces y ardientes, llenas de pasión y, según él, amor.
El beso fue bastante largo, quedandose al punto de incluso ya no poder respirar. Hasta que fue necesario, se separaron.
—Entonces, ¿Ya no estás enojado conmigo?—Heather lo miraba, con sus dulces ojos verdes.
Esa mirada, esa mirada siempre fue la causante de que Hipo se desbordara de amor por ella.
En un inicio su relación no paso a nada serio, el seguía completamente enamorado de aquella joven rubia que tenía por amiga.
Sin embargo, al ir conociendo a Heather, empezó a gustarle la forma en como hablaba, en como luchaba, el como bromeaba y como sonreía.
Esto lo llevó a la ruina.
Por que cada vez que estaba con ella, se sentía amarrado a ella, sin nunca querer irse de ahí.
Pero cada vez que estaba con ella, y tenía a Astrid a un lado, deseaba estar tomando de la mano a la rubia, y no a Heather.
Inicialmente pensó en Heather de forma conformista. No le quedó de otra manera más que aceptar a la pelinegra. Pero después, con esos grandes ojos verdes, logró enamorarlo.
Amor, así lo llama Hipo.
Empezaron las peleas, y los chantajes por parte de Heather. Diciendo la misma excusa de, tener tantos problemas emocionales como para manejar una relación.
Según ella, confundida por todo lo que había pasado. Esa era la razón por la cual trataba mal a Hipo.
Ella sabe lo que hizo. Y lo que logró.
Hipo Abadejo no sabe vivir sin aquella mirada de ojos verdes, por lo que el cree que es amor, y no es más que manipulación.
—Ya no lo estoy, me es imposible enojarme contigo.—La tomó de la cintura y la besó suavemente, de nuevo.
Y así continuaron la noche, dandosé besos apasionados en un árbol, a la luz de la noche.
Entonces Astrid le llegó a su mente.
—¿Dónde diablos está Astrid?—
——————— ✧*。———————
—¡Soy una tonta!—
Gritó al aire, mientras volaba en dirección a la orilla. Tormenta la miró y soltó un pequeño rugido, preocupada.
—Ay, lo siento nena.—La acarició suavemente.—Es solo que, cuando creo poder ayudarlo, y tal vez estar con él, logra decepcionarme.—Bajo la mirada.—Y yo siempre me ilusiono con la idea de estar con él.—
Astrid comenzó a llorar ligeramente. Tenía nuevamente el corazón roto, y ya no sabía que hacer al respecto. Nunca podría dejar de sentir amor por Hipo, de eso estaba segura. Y le dolía en el alma no poder estar con él.
—Me arrepiento de no haber aceptado mis sentimientos antes.—Dijo al aire mientras sollozaba.
De pronto, Tormenta rugión alarmada. Había un barco en medio del mar.
—Ya lo veo nena.—Se limpió las lagrimas.—Vamos a ver de cerca.—
Se dirigieron al barco y aterrizaron en la cubierta, con precaución, analizaron el barco.
—Esta vacío.—Dijo mientras se bajaba de Tormenta.—Vamonos Tormenta, no hay nada interesante por aquí.—
De pronto, un escalofríante y desgarrador grito se escuchó en el interior del barco, provovando un susto por parte de las dos. Astrid se puso a la defensiva y empezó a caminar lentamente hacia donde provenía el grito.
Al llegar a la entrada, tomó una de las antorchas de emergencia que usualmente estaban a un costado de las puertas. Con amabilidad, le pidió a su dragona que la encendiera.
Al ya tener luz, avanzó al interior.
—¡Ugh! ¡¿Qué es ese horrible olor?!—Se expresó con desagrado por el olor que inundaba el barco.
Cuando entró, vió algo aterrador.
Cuerpos, muchos cuerpos, sin vida. Tenían la piel pálida y verde, además, mantenían los ojos puestos en blanco, reflejando un antecedente de dolor antes de su muerte, todos brotaban un olor asqueroso y penetrante, de carne pudriendose rápidamente.
Impactada, empezó a irse de forma rápida.
Estando a punto de salir, uno de los infectados, sorprendentemente vivo, alcanzó a tomarle el brazo y rasguñarla profundamente. Astrid movió aquel mano y se apresuro a salir del interior de aquel aterrador barco.
—¡Vámonos Tormenta!—Ordenó, muy nerviosa, y subió velozmente al lomo de Tormenta.
Arrancaron en dirección a la orilla del dragón.
——————— ✧*。———————
—Eret.—Se acercó a este, desesperado.—¿Has visto a Astrid?—El castaño, después de su revelación a medio beso, emepzó a buscar a su ex amiga.
—No jefe, digo, Hipo.—Se llevó una mano a su nuca nervioso.—Tenía entendido que estaban afuera ustedes dos, juntos.—
Heather que sin darse Hipo cuenta, estaba detrás de él, escuchó.
—¿Ah sí?—Se hizo presente.
Hipo cerró los ojos, acababa de meter la pata, una vez más.
—Heather.—Le habló de espaldas.—Eso no es relevante.—
—¿No lo es? El que aún salgas con la chica de la cual estabas enamorado, ¿no es relevante, Hipo?—
Eret abrió los ojos, no esperaba provocar este momento incómodo.
—Será mejor que los deje solos.—Eret sonrió nervioso y continuó su camino hacia la cabaña de Hipo.
Hipo y Heather, recién reconciliados, iniciaron nuevamente una pelea intensa, en medio de la orilla.
Justo en ese momento, Astrid llegó sobrevolando su cabaña, aterrizó en esta misma, sin ser notada por Hipo, que se mantenía discutiendo con Heather.
La rubia bajó de su dragón, se dirigió a su entrada y a punto de entrar, una voz detrás de ella le interrumpió.
—¿Astrid?—
—¡Eret! Hola...—Hizo una pausa.—Yo estaba a punto de ir a dormir.—Sonrió nerviosa e inmediatamente se llevo una mano hacia el rasguño.
—Hipo te estaba buscando.—Se acercó lentamente a ella.
Astrid, por impulso, se alejo un poco. No quería revelar aquel rasguño. No quería preocupar a sus amigos.
—Oh... Bueno, tendrá que esperar hasta mañana...—Miró hacia abajo, enfocando a la pelea que se mantenía abajo de ellos.—...estoy muy cansada.—
—Claro, entiendo, día largo.—
—Exacto.—
Se quedaron callados, con un ligero ambiente incómodo, Astrid sonrió y se acercó a él.
—Mañana me encargaré de enseñarte como lo hacemos aquí.—Sonrió nuevamente, ahora sin mostrar su dentadura.
—Claro, te dejo descansar.—
—Te lo agradezco mucho.—
Astrid se dio la vuelta y entró finalmente a su cabaña, dejando un espacio para que Tormenta entrara. Eret las observó hasta que esa puerta cerró.
Algo sucedia, y probablemente la razón era Hipo.
Se dió media vuelta y continuó su camino hacia la cabaña del castaño. Iba a esperarlo hasta que terminara su riña con aquella chica que suponía era su novia, suponía, ya que nunca se presentó.
——————— ✧*。———————
Hipo entró a su cabaña, junto a Chimuelo, el cual bostezaba de cansancio.
—Lo siento amigo, no esperaba a que se prolongara tanto.—
Unicamente recibió un gruñido molesto de su dragón, el cual después de mostrar su furia, se dirigió a su lugar de descanso.
—¿Problemas?—Se levantó Eret de su cama temporal, que se encontraba en la planta de abajo, a un lado de unas pequeñas mesas de trabajo.
Hipo inhalo profundamente y después dejo salir el aire, se sentía pesado.
—Si, muchos problemas.—Se apretó el puente de la nariz, tratando de aliviar la migraña que tenía después de tanto estrés.
—¿Que sucede entre ustedes? Si se puede saber.—
Hipo suspiró y se acercó a la cama de Eret, le hizo un gesto con la mano, pidiendo permiso para sentarse en el costado de su cama, el pelinegro asintió y se hizo a un lado.
—Bueno, Heather es alguien un poco inestable. Yo trato de hacerla sentir segura ¿Sabes?—Eret asintió.—Pero ella no hace lo mismo conmigo, es grosera, me hace sentir culpable de cosas que no hago y termina la relación constantemente. A veces quisiera dejarla ir, pero no puedo. Es como si me tuviera atada a ella.—
Un silencio inundó la cabaña, haciendo que Hipo bajara su mirada, decepcionado de sí mismo. Eret lo miró.
—Chico, me sorprende.—
—¿Qué?—Preguntó confundido el castaño.
—Es decir, todos aquí dicen que eres el más listo. Yo mismo lo vi.—Se acomodó, esta vez sentado, para mirarlo directamente.—Esos planes tan exactos que armas en segundos, son sorpendentes.—
—¿Gracias?—Hipo estaba aún más confundido.
—A lo que voy es que, eres demasiado listo como para seguir cayendo en su juego.—
—¿Juego?—
—¡Vamos Hipo! Razona un poco. Cuando estás al límite y harto de ella, ¿Que es lo que ella hace?—
Hipo tardó en responder, ciertamente no sabía a que se refería Eret. Pero no tardó mucho en entenderlo.
—Ella termina conmigo.—
—¡Exacto! Te rompe el corazón en el momento indicado para regresar a ti, como si fuese un ángel, te vuelve a convencer de que te ama y así te mantiene con ella.—
Hipo abrió en grande sus ojos, estaba sorprendido por aquella revelación. ¿Cómo es que nunca lo vio?
—¿Cómo es que tu lo sabes? Llevas menos de un día con nosotros.—Lo miró, dudoso.
—Amigo, soy mayor que todos aquí, si hablamos de experiencia con chicas, yo tengo mucha.—
Los dos comenzaron a reír.
—Desde que la ví noté todas esas señales.—
—Wow, si que eres experto.—
Eret iba a continuar con la agradable conversación, sin embargo la puerta abriendosé de forma desesperada los sorpendió.
Era Tormenta, que llegó a Hipo, alarmada. Comenzó a moverse de un lado a otro y a dar vueltas.
—¡Tormenta!—Se acercó el castaño y la acaricio.—¿Qué sucede nena?—
Tormenta rugió, un rugido que Hipo conocía bastante bien.
—Es Astrid, algo sucede con Astrid.—
Notes:
Yo digo que Eret y Hipo se besen.
¡Reviví! Nuevamente perdón por la tardanza jsjs.
Esperaba no tener más atrasos, sin embargo mis vacaciones al inicio fueron algo que me mantuvieron ocupada. Pero aquí estamos con un cap nuevo y fresco.
En fin, espero les haya gustado este nuevo capitulo y estén disfrutando de la historia.
¿Qué piensan que sucederá?
Cuídense, tomen awita, los quiere:
Club58Things 🦜🐈⬛
GuzRi_art on Chapter 1 Tue 05 Aug 2025 07:30AM UTC
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Club58Things on Chapter 1 Sat 09 Aug 2025 01:40AM UTC
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